Cuando los pastores dan ayuda

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Imaginémonos que un hermano acude a un pastor para contarle cierto problema que tiene con alguien de la familia o de la congregación. ¿Qué hará el pastor? En primer lugar, escucharle con atención, pues recuerda la siguiente advertencia: “Cualquiera que tapa su oído al clamor del de condición humilde clamará y no se le responderá” (Pro. 21:13). Ahora bien, evitará ponerse automáticamente de parte del ofendido, pues otro proverbio señala: “El primero que da su versión parece que dice la verdad, hasta que llega el otro y lo desmiente” (Pro. 18:17, Nueva Biblia al Día). Por lo general, después de escucharle, le preguntará si ha hablado con la otra persona. Además, le mostrará con la Palabra de Dios los pasos que puede dar a fin de restablecer la paz.

Ciertamente, formarse una opinión sin conocer antes las dos versiones es muy peligroso. Así lo demuestra el ejemplo de tres personajes bíblicos. El primero es Potifar, quien creyó a su esposa cuando esta le contó que José había intentado violarla. Se enojó tanto con él que lo encarceló injustamente (Gén. 39:19, 20). El segundo es el rey David. Cuando Zibá aseguró que su amo, Mefibóset, se había pasado al enemigo, David no comprobó si era cierto. Simplemente le dijo: “¡Mira! Tuyo es todo lo que pertenece a Mefibóset” (2 Sam. 16:4; 19:25-27). El tercero es Artajerjes, rey de Persia. En cierta ocasión recibió un informe de que los judíos estaban reedificando las murallas de Jerusalén e iban a rebelarse contra él. La acusación era falsa, pero el monarca la dio por verdadera y ordenó paralizar todas las obras. Como consecuencia, se detuvo la reconstrucción del templo de Dios (Esd. 4:11-13, 23, 24). Estos casos contienen una importante lección para los pastores: antes de emitir cualquier juicio, deben informarse bien y, como aconsejó Pablo, evitar a toda costa el favoritismo          (1 Timoteo 5:21).

¿Es suficiente con escuchar las dos versiones de un conflicto? No; a menudo hace falta algo más. La Biblia indica que “si alguien piensa que ha adquirido conocimiento de algo, todavía no lo sabe exactamente como debe saberlo” (1 Cor. 8:2). Es muy probable que nos falten datos sobre el origen del problema o sobre las circunstancias de los implicados. Cuando los pastores juzgan algún asunto, deben tener cuidado para no dejarse llevar por manipulaciones, mentiras o rumores. Han de recordar que Jesucristo, el Juez , siempre actúa con justicia, tal como se había profetizado: “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni simplemente según lo que oigan sus oídos” (Isa. 11:3, 4).

Por eso es tan necesario que, antes de emitir un juicio, le pidan a Jehová su espíritu y busquen su guía consultando las Escrituras (Mat. 24:45).

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