Honró el nombre de Jehová

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Quien solo vela por sus propios intereses no goza de buenas amistades. Pues bien, si queremos que nuestra amistad con Dios tenga futuro, tenemos que evitar esa tendencia. Daniel no era ajeno a esta verdad y por eso se preocupó de que el nombre de Dios recibiera siempre la gloria que merece.

Cuando Jehová le reveló el sueño de Nabucodonosor y le dio a conocer su interpretación, Daniel dijo: “Que el nombre de Dios llegue a ser bendito de tiempo indefinido aun hasta tiempo indefinido, porque la sabiduría y el poderío pertenecen a él”. Y cuando Daniel le comunicó al rey el sueño y su significado, se aseguró en repetidas ocasiones de darle el mérito a Jehová, a quien llamó el “Revelador de secretos”. Además, al pedirle a Jehová que perdonara al pueblo y lo liberara, demostró que le preocupaba que el nombre de Dios fuera ensalzado: “Oh Jehová, presta atención y actúa porque tu propio nombre ha sido llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Daniel 2:20, 28; 9:19).

Hay muchas maneras en las que podemos imitar a Daniel y honrar el nombre de Jehová. Una es pidiendo en nuestras oraciones que el nombre de Dios sea santificado (Mateo 6:9, 10). Otra es asegurándonos de que nuestra conducta nunca manche su santo nombre. Y una última es contándoles a otras personas las cosas maravillosas que hemos aprendido acerca de su Reino.

Es verdad que el mundo en el que vivimos es egoísta y cruel. Pero nos consuela saber que Jehová ama profundamente a cada uno de sus siervos. Ya lo dijo el salmista: “Jehová está complaciéndose en su pueblo. Hermosea a los mansos con salvación” (Salmo 149:4).

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