¿Qué implica amar al prójimo?

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Al igual que el amor a Dios, el amor al prójimo no es solo sentimiento, sino también acción. Entendemos mejor este hecho al examinar el contexto en el que se encuadra el mandato de Levítico 19 que exhorta a los siervos de Dios a amar al prójimo como a sí mismos. En ese capítulo leemos que los israelitas dejarían que los necesitados y los residentes forasteros recogieran parte de la cosecha. Además, no tolerarían el hurto, el engaño y la falsedad, ni tampoco el favoritismo en los juicios. Censurarían a quien actuara mal, pero sin olvidar esta advertencia: “No debes odiar a tu hermano en tu corazón”. Este mandamiento y muchos más se resumían en las palabras: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:9-11, 15, 17, 18).

Aunque los israelitas tratarían con amor a sus semejantes, se apartarían de quienes adoraran a dioses falsos. Jehová les advirtió de los peligros y consecuencias de esas malas compañías. Por ejemplo, les señaló cómo debían comportarse con la gente de las naciones a quienes iban a desposeer de sus tierras: “No debes formar ninguna alianza matrimonial con ellas. No debes dar tu hija al hijo de él, ni debes tomar su hija para tu hijo. Porque él apartará a tu hijo de seguirme, y ellos ciertamente servirán a otros dioses; y la cólera de Jehová realmente se encenderá contra ustedes” (Deuteronomio 7:3, 4).

De igual modo, los cristianos evitamos relacionarnos estrechamente con quienes puedan debilitar nuestra fe (1 Corintios 15:33). La Biblia nos hace esta exhortación: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos”, es decir, con los que no forman parte de la congregación (2 Corintios 6:14). Asimismo, nos aconseja casarnos “solo en el Señor” (1 Corintios 7:39). Mas no por ello debemos mirar con desprecio a los que no creen en Jehová. No olvidemos que Cristo murió por los pecadores, y que muchos que en su día tuvieron prácticas viles cambiaron y se reconciliaron con Dios (Romanos 5:8; 1 Corintios 6:9-11).

A la hora de mostrar amor a quienes no sirven a Dios, lo mejor es imitar al propio Jehová. Aunque detesta la maldad, trata con bondad a los pecadores, dándoles la oportunidad de dejar atrás su mala conducta y recibir vida eterna (Ezequiel 18:23). Él “desea que todos alcancen el arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Quiere que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Por eso, Jesús dio a sus discípulos la comisión de predicar, enseñar y hacer “discípulos de gente de todas las naciones” (Mateo 28:19, 20). Al colaborar en esta obra, demostramos amor a Dios y al prójimo, lo que incluye a nuestros enemigos.

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