El daño de no perdonar

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Cuando una persona no perdona, el conflicto resultante genera tensión. Esta, a su vez, puede producir enfermedades graves. El doctor William S. Sadler escribió: “Nadie puede ver con tanta claridad como el médico el altísimo porcentaje de enfermedades y sufrimiento humano que viene como consecuencia directa de la preocupación, el temor, el conflicto, el pensamiento negativo y la mala vida”. Pero, en realidad, ¿cuánto perjudican los trastornos emocionales? Una publicación médica contesta: “Las estadísticas indicaron que dos terceras partes de los pacientes que acudían al médico tenían síntomas causados o agravados por la tensión mental”.

En efecto, la amargura, el resentimiento y el rencor no son en ningún modo inofensivos. Estas emociones cáusticas son como el óxido que corroe lentamente la carrocería de un automóvil. El vehículo puede parecer bonito por fuera, pero por debajo de la pintura tienen lugar reacciones destructivas.

Aún más importante: el no perdonar cuando hay base bíblica para tener misericordia, también puede perjudicarnos espiritualmente. A los ojos de Jehová Dios podemos ser como el esclavo de la ilustración de Jesús. El amo perdonó a su esclavo una deuda enorme. No obstante, cuando su coesclavo le rogó que le perdonara una deuda insignificante en comparación con la suya, le trató con dureza y no se la perdonó. Jesús dijo con claridad que Jehová no perdonará nuestros pecados si nosotros, como aquel esclavo, tampoco estamos dispuestos a perdonar a los demás. (Mateo 18:21-35.) Por lo tanto, si no somos perdonadores, es posible que perdamos nuestra conciencia limpia ante Dios e incluso nuestra esperanza para el futuro. (2 Timoteo 1:3.) ¿Qué podemos hacer?

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