Al trabajar con celo en la predicación, damos prueba de que amamos a Dios y anhelamos su aprobación. Pensemos en la exhortación que dirigió Oseas a los israelitas que habían perdido el favor divino por practicar la adoración falsa (Ose. 13:1-3). El profeta los invitó a rogarle a Jehová: “Dígnate perdonar el error; y acepta lo que es bueno, y ciertamente ofreceremos en cambio los toros jóvenes de nuestros labios” (Ose. 14:1, 2). ¿Qué simbolizan “los toros jóvenes de nuestros labios”? Dado que el toro era el animal más valioso que podía sacrificar un israelita, esta expresión se refiere a las palabras sinceras y bien meditadas con las que se alaba al Dios verdadero. ¿Cómo respondía Jehová a quienes le hacían tales dádivas? Él mismo dio la respuesta: “Los amaré de mi propio albedrío” (Ose. 14:4). Como vemos, por su propio deseo y voluntad, Dios brindaba su perdón, su aprobación y su amistad a quienes le hacían dichos sacrificios de alabanza. Los verdaderos siervos de Dios siempre se han distinguido por alabarlo públicamente.
Por favor, complácete en las ofrendas voluntarias de mi boca, oh Jehová (Sal. 119:108).
Al trabajar con celo en la predicación, damos prueba de que amamos a Dios y anhelamos su aprobación. Pensemos en la exhortación que dirigió Oseas a los israelitas que habían perdido el favor divino por practicar la adoración falsa (Ose. 13:1-3). El profeta los invitó a rogarle a Jehová: “Dígnate perdonar el error; y acepta lo que es bueno, y ciertamente ofreceremos en cambio los toros jóvenes de nuestros labios” (Ose. 14:1, 2). ¿Qué simbolizan “los toros jóvenes de nuestros labios”? Dado que el toro era el animal más valioso que podía sacrificar un israelita, esta expresión se refiere a las palabras sinceras y bien meditadas con las que se alaba al Dios verdadero. ¿Cómo respondía Jehová a quienes le hacían tales dádivas? Él mismo dio la respuesta: “Los amaré de mi propio albedrío” (Ose. 14:4). Como vemos, por su propio deseo y voluntad, Dios brindaba su perdón, su aprobación y su amistad a quienes le hacían dichos sacrificios de alabanza. Los verdaderos siervos de Dios siempre se han distinguido por alabarlo públicamente.
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