Soluciones a los problemas más comunes en el matrimonio

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PROBLEMA: 4
“Ella no me respeta”

CONSEJO BÍBLICO:
“La cabeza de todo varón es el Cristo.” (1 CORINTIOS 11:3)

Como vemos, todo hombre tiene que respetar la autoridad de Cristo. Por tanto, si un hombre quiere que su esposa lo respete, debe preguntarse si él está respetando a Jesús e imitando su forma de ejercer la autoridad.

El apóstol Pablo escribió: “Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella” (Efesios 5:25). Jesús no se comportaba como si fuera el mandamás (Marcos 10:42-44). Es cierto que utilizaba su autoridad para guiar a sus discípulos y corregirlos cuando era necesario, pero nunca era duro ni severo. Los trataba con amabilidad y no esperaba de ellos más de lo que podían dar (Mateo 11:29, 30; Marcos 6:30, 31; 14:37, 38). Además, siempre se preocupaba más por ellos que por sí mismo (Mateo 20:25-28).

Todo esposo debe preguntarse: “¿Cuál es mi punto de vista sobre el papel del hombre en la familia y sobre las mujeres en general? ¿Les doy más peso a los principios bíblicos, o a las costumbres y opiniones típicas de mi cultura? Por ejemplo, ¿me parecería mal que una mujer no estuviera de acuerdo con su esposo y se lo expresara de manera firme pero respetuosa?”. Conviene recordar el caso de Sara, la esposa de Abrahán. No hay duda de que ella respetaba profundamente a su esposo (1 Pedro 3:1, 6). Sin embargo, cuando en una ocasión se dio cuenta de que él no había visto cierto problema que amenazaba a la familia, no dudó en decírselo con franqueza (Génesis 16:5; 21:9-12).

Está claro que Abrahán no era un tirano al que Sara no se atreviera a replicarle ni una palabra. Igualmente, el esposo cristiano jamás intimida a su esposa ni le exige que lo complazca en todos sus caprichos. Más bien, se gana su respeto siendo bondadoso y ejerciendo su autoridad con cariño.

Ellos lo pusieron en práctica: James se casó hace ocho años, explica: “Estoy aprendiendo a no tomar decisiones importantes sin antes hablar con mi esposa. En lugar de pensar solo en mí, trato de darle prioridad a lo que ella quiere o necesita”.
George que lleva cincuenta y nueve años de matrimonio, cuenta: “Jamás he considerado a mi esposa como un cero a la izquierda; es una persona inteligente y muy capaz, y siempre la he tratado como tal” (Proverbios 31:10).

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