Los pastores deben aplicar la ley del Cristo

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Los pastores deben estár muy interesados en cumplir la ley del Cristo en la congregación. Deben ser ejemplos en la predicación, deben enseñar la Biblia de manera que llegue al corazón y, como pastores amorosos y compasivos, deben hablar a las “almas abatidas”.                     (1 Tesalonicenses 5:14.) Evitan las actitudes anticristianas que existen en muchas religiones de la cristiandad. Como este mundo degenera rápidamente, los pastores podrían inquietarse por las congregaciones, como le sucedió al apóstol Pablo; pero actúan con equilibrio ante tales preocupaciones. (2 Corintios 11:28.)

Por ejemplo, es posible que un cristiano consulte a un pastor sobre un asunto importante que las Escrituras no tratan directamente o que requiere conciliar diferentes principios cristianos. Quizá le han ofrecido un ascenso en el trabajo con un sueldo mejor pero con más responsabilidad. O tal vez un padre incrédulo demande a su hijo cristiano algo que afecte al ministerio de este. En tales situaciones el pastor, en vez de dar su opinión personal, probablemente abra la Biblia y ayude a la persona a analizar los principios pertinentes. Pero, ¿y si dicho cristiano tomara una decisión que no le pareciera prudente al pastor? Si esta no violara ningún principio bíblico ni ley, el pastor respetaría el derecho del individuo de tomar tal decisión, pues sabe que “cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”. Este, sin embargo, debe recordar que “cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”. (Gálatas 6:5, 7.)

¿Por qué actúa de ese modo el pastor con experiencia? Por al menos dos razones. En primer lugar, Pablo dijo a una congregación que él no era ‘amo sobre la fe de ellos’. (2 Corintios 1:24.) Al ayudar a su hermano a razonar sobre la base de las Escrituras y a tomar su propia decisión con conocimiento de causa, el pastor imita la actitud de Pablo. Reconoce los límites de su autoridad, tal como Jesús reconoció los suyos. (Lucas 12:13, 14; Judas 9.) Al mismo tiempo, los pastores deben  ofrecer con presteza consejo bíblico útil, y a veces firme, siempre que es necesario. En segundo lugar, está preparando a su compañero cristiano. El apóstol Pablo dijo: “El alimento sólido pertenece a personas maduras, a los que mediante el uso tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto”. (Hebreos 5:14.) Así que para pasar a la madurez tenemos que usar nuestras facultades perceptivas y no esperar siempre que otra persona nos diga qué debemos hacer. Al enseñar a su compañero cristiano a razonar sobre la base de las Escrituras, el pastor le debe ayuda a progresar.

Confiamos en que Jehová Dios influirá en el corazón de los verdaderos adoradores por medio de su espíritu santo. De modo que los cristianos maduros apelan al corazón de sus hermanos, les suplican, como hizo el apóstol Pablo. (2 Corintios 8:8; 10:1; Filemón 8, 9.) Pablo sabía que eran principalmente los injustos, no los justos, quienes necesitaban leyes detalladas para controlar su conducta. (1 Timoteo 1:9.) Él no sospechó ni desconfió de los hermanos, sino que tuvo fe en ellos. Escribió a una congregación: “Tenemos confianza en el Señor, respecto a ustedes”. (2 Tesalonicenses 3:4.) La fe y la confianza de Pablo sin duda motivó a aquellos cristianos. Los pastores tienen hoy objetivos similares. Estos hombres fieles confortan mucho a la congregación al pastorear con amor el rebaño de Dios. (Isaías 32:1, 2; 1 Pedro 5:1-3.)

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