Música; El mundo entero yace en el poder del malvado (1 Juan 5:19).

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La música y la letra de las canciones pueden dejar una profunda huella en nuestros sentimientos y, por consiguiente, en nuestro corazón. Es verdad que la música es un don de Dios y que se ha utilizado por siglos en su adoración (Éxo. 15:20, 21; Efe. 5:19). Pero no es menos cierto que las canciones de este mundo ensalzan la inmoralidad. ¿Cómo podemos determinar si lo que escuchamos nos está corrompiendo? Pudiéramos preguntarnos: “¿Qué dicen las canciones que escucho? ¿Exaltan el asesinato, el adulterio, la fornicación y el lenguaje obsceno? Si le leyera la letra a otra persona, ¿pensaría ella que detesto la maldad o, por el contrario, que tengo el corazón contaminado?”. No podemos afirmar que odiamos el pecado y al mismo tiempo escuchar canciones que lo alaban. Jamás olvidemos lo que dijo Jesús: “Las cosas que proceden de la boca salen del corazón, y esas cosas contaminan al hombre” (Mat. 15:18; Santiago 3:10, 11).

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